Zeb Roche

Mi padre Jean Noel Roche era guía y le encantaba la montaña y el parapente. Con él escalé el Mont-Blanc a los 11 años, comencé a volar en parapente a los 12, hice una gira de esquí por los Alpes (2000 km) a los 14 y a los 17 subí al Monte Everest y despegué en tándem con mi padre a 8000 m en el pasaje sur.

Participé en muchas competiciones hasta 1999, también en el proyecto “Siete cumbres”. Me convertí en guía y participé en algunas expediciones, la última de las cuales fue el Ama Dablam (Nepal) en el año 2016, desde donde despegamos con un tándem Skin.

Todavía me encanta compartir mi experiencia de vuelo en los hermosos Alpes con mis clientes. Cada vez que mis pies dejan el suelo, experimento una sensación increíble.

Entre mis vuelos más memorables está el despegar desde una altitud de 8850m en el Monte Everest. Me siento tan afortunado de que se cumplieran las condiciones para hacerlo posible, estaba viviendo un sueño. El 21 de mayo de 2001, esperamos 2 horas en la cima del Everest, solos. Cuando se levantó viento del lado nepalí, ¡llegó el momento de prepararse para el despegue!

Cada movimiento era exigente, no había lugar para errores. Con la falta de oxígeno se vuelve muy difícil pensar y todo conlleva más tiempo de lo habitual. En esta situación, es bueno poder utilizar el comportamiento automático que se ha adquirido durante años de práctica. El parapente estaba listo, en el segundo intento se infló y la ráfaga fue lo suficientemente potente como para impulsarnos para sobrevolar la cumbre más alta del planeta. Fue un momento muy emotivo, con unas vistas increíbles. El vuelo fue corto hasta llegar al lado tibetano y luego aterrizamos de forma segura en el glaciar Ronk Buk.

¡La aventura más increíble de la historia!